viernes, 16 de febrero de 2007

UN SUBTE EN LOS AÑOS DE PLOMO







ANTIMITOMANÍA




HACIENDO HISTORIA





I





Hemos respondido con todas las fuerzas posibles a un impulso de Vida. Y desde los albores y el mediodía de nuestra adolescencia nos hemos proclamado “Vidanautas” (navegantes de la vida) y así desde nuestros comienzos este navegar significó una relectura de nuestra “fe acaparazonada”, dejar a “esos encapuchados de un mundo viejo”[1] y partir hacia horizontes más amplios. Barrio, localidad, provincia (con gestos que llegaban de pueblos o ciudades), país, continente, mundo.





Algunas pequeñas semillas que latían y de modo marginal iban resistiendo a los mercaderes de la muerte por doquier. (Hemos llegado a intercambiar misivas / papeles impresos / poesía aproximadamente con una veintena de países ¡y sin internet!).





Esta lenta y crítica apertura, constituyó una tarea que nos iba cuestionando las cáscaras o máscaras provisorias en un caminar hacia el Rostro. Es común confundir visiones o valores locales y costumbristas con valores universales y desde los primeros legislar y pretender dirigir la vida de los demás. Esta tensión entre lo superfluo y lo pro-fundo, entre lo pasajero y lo permanente, entre lo falso y lo auténtico hemos enfrentado y .... sigue. Camino sinuoso y permanente de educarnos y hacernos unos a otros. Des-nudarse y darse.





II





Aproximadamente hacia 1973 el rock nacional mediaba su segundo ciclo. Arco Iris, con su enorme intuición y clarividencia (todavía hoy no valorada debidamente) persistía en una síntesis musical entre el rock, el jazz y ritmos folklóricos, esbozando una épica liberadora como en su ópera Sudamérica. Sui Generis dejaba atrás su adolescencia para incursionar en otras frecuencias eléctricas. Los ex-Almendra (Color Humano, Aquelarre y Pescado Rabioso) llenando salas convidándonos, acaso, los mejores sonidos del momento. Se comenzaba a hablar de un santafesino que venía bien y nos encendía el corazón y la conciencia con temas como Hombres de Hierro. León sigue llamando, y es justicia, encarnando uno de los pocos casos inclaudicables, testimonio vivo entre canción y militancia. Un hombrecito diminuto llamado Raúl Porchetto venía pellizcando y sacudiendo nuestra modorra con su obra Cristo Rock y nos daba rosas como Ámame nena. Nebbia también andaba aventurándose con el jazz y el folklore, en este último caso con Despertemos en América. BAROCK (1973) (película Rock hasta que se ponga el sol) significó un relanzamiento de cierto eslabón que no estaba perdido. Fusión poética, musical y de gente. La insurrección juvenil, la experimentación (ensayo acierto y error), las ganas de creer y crecer y crear andaban sueltas y nos llegaban vivas resonancias del movimiento hippie, el mayo francés, la filosofía perenne, el surrealismo, los poetas malditos y los beatniks, la incipiente cuestión ecológica y rocanrol, los laboratorios de las comunas, el Che, Luther King, Gandhi, cuba y un batir de los procesos liberadores en América Latina. Pero... (como tan claramente lo vio el maestro García) los brujos pensaban en volver y “un río de cabezas fue aplastado por el mismo pie”, aunque (y sin facilismo ni exitismo) también dijo que: “los dinosaurios van a desaparecer”.[2]





III





Entre tanto, por Radio Municipal (hoy Ciudad de Buenos Aires) confluíamos con Miguel Grinberg, conductor del programa El Son Progresivo. A través del cual, además de la nueva música urbana nos llegaba un boletín que llevaba el mismo nombre del programa. De esas hojas mimeografiadas bebimos de la flamante y comprometida poesía de los nuevos trovadores o de algún que otro poeta subterráneo. El referido boletín incluía, también, direcciones de otros jóvenes que estaban en una búsqueda similar y con algunos de los cuales hemos sintonizado. Luces que no se cruzaban al azar / latir auténtico del silencio marginal. Y en una oportunidad Miguel, a vuelta de correo, nos envió un paquete con casi toda la colección de Eco Contemporáneo (revista pionera y anticipativa) y de Contracultura (ambas dirigidas por él).





Asimismo, vía Miguel Grinberg, arribaron a nuestras manos direcciones de las primeras revistas subterráneas (1972 - 73). Con ellos nos comunicamos. Resonancias (desde Pergamino, dirigida por Carlos Barbarito y Rafael Restaino), Raienai (de Temperley a cargo de Margarita Durán y Dolores Perrotti), Confluir (liderada por la después periodista especializada en Rock Nativo, Gloria Guerrero), de esta publicación cabe destacar sus tapas artesanales “hechas a mano”, Descomprimiéndonos, Viento (desde Caleta Olivia, Santa Cruz, dirigida por Armos Moreno). Estas señales mimeografiadas (en su mayoría) andaban dando vueltas como amores de primavera “aquí, allá y en todas partes”[3]





IV





Motivados / tocados por toda esta energía positiva y por nuestra irrenunciable vocación de poetas de la vida fue que nació Antimitomanía. Esto sucedió con el despertar de la primavera de 1974 dando a luz una hojita fotoduplicada caprichosamente denominado Nº 0,3, que en su mayoría distribuimos con un amigo en un recital que en aquellos días diera la cantante folk Joan Báez en el Luna Park de Buenos Aires. Contenía un racimo de poesía, entre las que había una colaboración de Raúl Porchetto. Después el Nº 1, en noviembre del mismo año, con aportes de Miguel Grinberg, el pintor Rubén Rey y un lindo texto de Luis Alberto Spinetta. Así dimos nuestros primeros pasos, recibiendo pequeños y significativos signos. Elaboramos un fichero de direcciones (lectores, publicaciones, organizaciones, poetas, músicos...[4]) y la cadena del impulso creativo iba cobrando más vida y crecía más allá de toda cadena rutinaria o de muerte.





Durante 1973 - 74, se desarrolló en Parque Centenario una experiencia única donde poetas y escritores jóvenes llevaban “su hoja impresa” que se iba intercalando y sumando a la de otros conformando así la Revista del Parque. Se intercambiaban y discutían experiencias, se “zapaba” alrededor de nuevas melodías. Pero algunos “señores” no toleraron la “mugre” de los pelos largos y este fenómeno germinal fue barrido. Al respecto el grupo Aquelarre componía Violencia en el Parque[5].





Pero los vínculos con otros editores también fueron creciendo y fue así como, hacia 1975, nos reunimos en Plaza España para discutir proyectos, aunar esfuerzos y elaborar algo en común, que nos permitiera ampliar horizontes cuantitativos y cualitativos. Entonces escribimos y editamos un pequeño volante - convocante, que se repartió al salida de recitales, en reuniones en las plazas, se leyó por programas de radio sensibles a estos aires... y nos fueron llegando más señales vitales, nada espectaculares ni multitudinarios, vacilantes pero firmes en la convicción, en la búsqueda de alternativas a tanta “pálida ciudad”[6]. Nada podía ni debía forzarse, todo tenía que seguir latiendo con sabiduría y al margen de cualquier vorágine exitosa. Hubo intentos de nucleamientos bajo diversas fórmulas, pero no funcionaron. Pero sí, a medida que el tiempo transcurría, nos íbamos conociendo, donando sonrisas y visiones alertas, encontrando y compartiendo tareas afines, intensificando nobles amistades.





Desde y con ese espíritu, en noviembre de 1975, en el actual distrito de San Miguel, realizamos nuestro Primer Encuentro (Exposición plástica, teatro, poesía y música) en el desaparecido Centro Estudio. Con la valiosísima, paciente y comprensiva colaboración de Osvaldo Piehl, su director, y a pesar de la larga noche que se instalaba en marzo del 76, seguimos navegando, quizá teniendo que dar más vueltas y rodeos para que no nos devoraran los remolinos de ese “Molok”, a veces apenas alumbrados con candiles o fósforos que más de una vez se apagaban en nuestras manos.





(Daniel Eduardo Serra)







El golpe, sin ritmo de jazz





No es necesario que en este relato sobre una publicación haya que adentrarse en pormenores de la “historia circundante”, pero no se puede obviar el marco de referencia de una realidad que pasaba por arriba al ritmo que imponían los violentos y los poderosos. Las instituciones políticas se derrumbaron entre la mediocridad de muchos de sus principales protagonistas, la locura violenta de derechas e izquierdas, los dictados del imperialismo para esta parte del planeta [7] y la indiferencia generalizada de la sociedad que no percibía el infierno que se avecinaba.





El golpe vino a poner blanco sobre negro lo que estaba pasando en la sociedad argentina.



Las publicaciones subterráneas o alternativas pasaron de ser un romántico modo de expresión de jóvenes sensibles a ser uno de los pocos canales libres de comunicación entre quienes soñaban con una sociedad humana y solidaria.[8]





Antimitomanía continuó con sus ediciones, con las dificultades de ser financiadas con el esfuerzo de sus editores y los miedos del clima enrarecido. Así y todo siguieron los encuentros anuales de música y poesía, las “jornadas de convivencia” y los cuadernillos de poemas.





Estos fueron también tiempos en que los dolores golpeaban cerca.[9]





La segunda época





Hubo un momento en que surgió la necesidad de un crecimiento en el material que se ofrecía. Es así como se planteó el nacimiento de “una segunda época” para la publicación, una especie de “refundación”.





Entonces se incorporaron más miembros al equipo editor y se abrió el abanico de colaboradores permanentes que enriquecieron notablemente la calidad del material que se comenzó a difundir.[10]





Estos números (desde el 12 al 18) se editaron en forma semestral, con un formato “revista libro”, obviamente con el sistema artesanal de impresión en “fotoduplicación”, incorporando suplementos de poesía (a veces como separata, otras como dossier) llamados “UVAS NUEVAS” y “POESÍA VITAL LATINOAMERICANA”. El material fue siendo más comprometido con la realidad social local y de diversas partes del mundo.





Al mismo tiempo, a modo de suplemento mensual, se editaban las NOTICARTAS. Eran pequeñas hojitas que se distribuían por correo, aportando pequeñas dosis del material que iba creciendo en compromiso y madurez, según, también, iban creciendo sus editores.





La democracia y la despedida vienen asomando





Luego de la absurda guerra del Atlántico Sur, los dinosaurios tuvieron que “tocar retirada”. No es necesario, como dijimos antes, incorporarse a los manuales de historia planteando puntos de vista que no hacen a éstas páginas. Sin embargo la vigencia de las instituciones, pero esencialmente el clima de libertad y de apertura, plantearon disyuntivas claves al crecimiento de Antimitomanía.





Sus editores, por distintos motivos, fueron tomando rumbos diversos en sus actividades laborales y en sus opciones políticas. La apertura y la libertad exigían que el mensaje alternativo tuviese otro tono, se escribiera de otra forma y se hiciera público de otra manera.





Este cambio de escenario general y personal llevó a la necesidad de hacer un alto, sea temporario o permanente. Corría 1984, diez años del nacimiento de la revista y posiblemente, el tiempo de su despedida.





Así fue. Se organizó un recital en el Colegio Nacional de San Miguel. Allí estuvieron casi todos los amigos que pudieron llegar. La despedida, como era lógico, fue emotiva y todos se desearon una hermosa vida.





La semilla dio fruto con las diversidades que muchas circunstancias fueron condicionando, pero con la presencia de la libertad, la creación y la solidaridad como denominador común.





Luego de más de treinta años del comienzo de la historia, algunos amigos no están, pero los que quedan siguen viviendo sus vidas y la expresión de sus vidas, con el compromiso de trascendencia que hace que no haya sido en vano tanto esfuerzo, tanto papel, tanta vida.[11]





(Luis C. Aguirre)













[1] Cita libre de un tema de Luis Alberto Spinetta.





[2] Cita libre de temas de Charlie García.





[3] Cita libre del tema Amor de Primavera, del mítico Tanguito.





[4] Entre los músicos que enviaban sus gacetillas estaba un grupo, que también apoyaba su divulgación vía postal, eran los M.I.A.(Músicos Integrados Argentinos), del que emergieron Lito y Liliana Vitale, Verónica Condomí, Alberto Muñoz, entre otros...





[5] VIOLENCIA EN EL PARQUE: “Violencia en le Parque de la ciudad / Terror en las rutas hay/ Ya se convierten tus manos en fuego/ Mañana. // Qué cálidas aguas te arrollarán / Desde el grito natural / Cuando despiertes, si es que realmente / Te llaman. // Y en este parque se conocen tus pies / Cielos de bruma hechos / Sanarán de tus labios // Quién te puede, quién te puede parar / Cuando el ave sopla luz de libertad / Todos juntos están en el parque / Cantando canciones del cielo final.” // AQUELARRE, 1973.





[6] Cita libre de un tema de Billy Bond y la Pesada del Rock & Roll.





[7] Aún existía la “guerra fría”, llamada así porque se alimentaba con sangre de los pobres del mundo y no con la de los pueblos de los principales “contendientes”, que solamente se amenazaban con sus armamentos nucleares y jugaban al ajedrez con nuestras cabezas a modo de peones.





[8] Ver editoriales de las Noticartas de 1976 en adelante.





[9] Por mucho tiempo no se supo nada de Mario Barrios (un amigo del secundario), nunca se supo del paradero a de Jorge Nakamura (Koke), partió al exilio a Alejandra López Osornio (perseguida por “portación de apellido”), mucho después se conocieron los padecimientos de Marcelo Marcolín y su posterior exilio. Daniel y Luis sobrevivieron milagrosamente a las requisas e investigaciones, hoy por hoy sin tener en claro la razón, pero se salvaron.





[10] Como miembros del equipo editor se incorporaron, en distintos momentos y con distinto tiempo de permanencia, las siguientes personas: Ana María Silva, Guillermo F. Díaz, Alberto Viola, Marcelo Marcolín, Rodolfo Ariel Sar. Fueron colaboradores permanentes en los números de la llamada “segunda época”, entre otros: José Luis Lucá, Alejandra Monsalvo, Alejandro “Gato” Salguero, “Pancho” Tarrío (dibujante), Gustavo Silva (dibujante y diagramador), Carlos Barbarito, Pablo Capanna, etc.





[11] Es necesario recordar especialmente a Jorge Reboredo, “El Pibe Sietecolores” que vaya a saber enredado en qué angustias se decidó a morir en 1985. Nuestro homenaje. También nuestro recuerdo inmenso por nuestro gran amigo y hermano, Guillermo Díaz, "El Eternauta", que se nos fue en 1998 a componer canciones del otro lado de la realidad. También se nos fue Joselo Luna, un increíble tipo de Mercedes.

martes, 13 de febrero de 2007

LAS REVISTAS SUBTES EN LOS '70

Fines de 1972. Un recital cualquiera. “Mirá, loco, nosotros hacemos una revista que ...”- “Cortala, no tengo un mango”. –“No, pero si es gratis...”, “Contá, contá entonces. Qué es eso que me mostrabas?”.

Así comenzó todo. A pleno pulmón, comenzaron a asomar por los conciertos y plazas de Buenos Aires. Amén de varios intentos que nunca pasaron de ello-no por eso menos loables y valederos-, primero Confluir y Solo Sol se abocaron a la dura tarea de preparar el terreno a los que vendrían después. La segunda, prolijamente impresa, sustentada por tres locos que –meses después- abandonarían la carrera. La primera estaba escrita a máquina, con siete u ocho carbónicos, y durante más de dos años continuaría ofreciéndose y ofreciendo sus páginas a quien –libremente-quisiera utilizarlas. Ambas unidas por un mismo fin: comunicación.

A imagen de las pioneras se sucedieron Sol, Raienai, Cuento, Declaraciones, Miscelánea, Extramuros, Isla, Fantasma, El Pozo, Descomprimiéndonos, Concordancia, Decateatro, Azul, Todos en el Hospicio, Amanecer-Despertar, El Perof y muchas otras que hoy son sólo parte obligada de los archivos de unos pocos delirantes que insistieron en coleccionarlas. La mayoría de ellas no pasaron de publicar un par de números, como Hijo del Sol, y al mismo tiempo el interior de la república pareció juntar fuerzas dispersas, dando a luz Sangre del Sur (Río Negro), Exea-Desomomificándonos (Córdoba), Caminando (Mar del Plata), Resonancias (Pergamino), Rock (Pehuajó), Siempre Nacer (Trenque Lauquen), Mensaje y Pleamar (Santa Fé) y varios boletines sueltos que dieron la pauta de que algo más grande que un berretín juvenil se estaba gestando. Tal vez el mayor aporte corresponda a Viento (Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz), cuyos responsables –entre ellos el organizador del ciclo de recitales Surrock, Armos Moreno- contribuyen continuamente al desarrollo de este momvimiento alternativo enviando a todo el país- e incluso al exterior- excelentes muestas de labor poética y gráfica... Casi todos los editores (aún los más distantes), se conocen entre sí. El noventa por ciento de ellos son amigos. Confluir se imprimía (luego se modernizaron y optaron por el mimeógrafo, dejando de lado la obsoleta máquina de escribir) con las hojas que aportaba Extramuros y los sténciles de Resonancias. Resonancias funcionaba con los sténciles de Confluir. Viento ayudó a esta última y a Galaad (fusión de la gente de Confluir, Extramuros e Isla). Los poemas que publica Viento son enviados tanto de la capital como de Río Gallegos y Pergamino. Un solo nucleamiento con muchos nombres. Un solo camino con distintos pasos. Respeto. Ganas. Trabajo y dedicación. Y la obligada circulación “de mano en mano”que desgraciadamente por lo general va de la mano del supuesto futuro lector directamente al suelo.. Hoy , una nueva horda de editores made –in casa comienza sus tareas. Antimitomania, hija de aquella primera camada de pacientes mimeografiadores, continúa imprimiendo sus notas, aunada ahora a un grupo de trabajo que colabora organizando recitales y muestras de poesía. El efímero cuadernillo Escritos, iniciado hace dos meses, ha dejado de existir, y su responsable acaba de pasar a la banda Antimitomania para profundizar junto con ellos su intento. Y aunque el medio sigue tan hostil como hace cinco años, sobre todo económicamente, los pequeños productores de ganas e idealismos continúan con renovados bríos en la tarea.

(fragmento de la nota de Gloria Guerrero, en le Expreso Imaginario, 1977)