viernes, 19 de diciembre de 2008

“La poesía no sirve, la poesía es”


A LOS 53 AÑOS, MURIO EL POETA DANIEL CHIROM



Por Silvina Friera
Los ojos del poeta irradiaban una ancestral melancolía cuando recordaba que el escritor francés Jean Giono decía que “la poesía es el arte de curar las heridas”. El hecho de escribir poesía, de leerla, era vital para Daniel Chirom. “Sin ella no concibo no sólo mi vida, sino la existencia del mundo. Creo que la actitud que un poeta debe guardar es la misma que la de cualquier hombre para beber la vida: estar en permanente asombro. De allí que podría decir que mi poesía se basa en experiencias personales, pues todo aquello que sucede, ‘me sucede’.” En Buenos Aires –la misma ciudad donde nació, vivió y escribió–, murió ayer a los 53 años el autor de los poemarios Crónica a Robledo Puch, Los atlantes, La diáspora, El hilo de oro, Candelabros, El ojo de los días y el más reciente Manjar del exilio, entre otros títulos. “Era un poeta suave, íntimo, nunca exasperado. Un dandy tristón que conocimos, jamás rebajado a la crítica fácil ni a la maledicencia”, lo definió la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), en el comunicado donde informaron la muerte del “amigo y compañero”, socio fundador de la institución.

Nacido el 13 de mayo de 1955, Chirom fue abogado y periodista, pero su reino, desde su infancia, fue la poesía. Colaboró en los suplementos literarios de Clarín, La Prensa, La Razón, Tiempo Argentino, El Periodista y Debate, entre otros. Pionero de las ediciones alternativas, a mediados de la década del 70 creó La Trenza Loca, una editorial casera, donde publicaba, con el auxilio de mimeógrafos y viejas máquinas de escribir, libros suyos y de sus amigos. El joven poeta pedaleaba de librería en librería, repartiendo los libros que editaba. En La Trenza Loca publicó Crónica de Robledo Puch, cuyos ejemplares también repartió en bicicleta. Compiló Antologías de Walt Whitman, Wallace Stevens, Edgar Bayley y Raúl Gustavo Aguirre, editadas en fascículos por el Centro Editor de América Latina. En prosa publicó Charly García (1983), y escribió los textos para la cantata Lamdelam, un homenaje al pintor Wilfredo Lam, cuya música pertenece al compositor y director Sergio Piterbarg, estrenada en el Festival Garonne, Toulouse, Francia, por el Ensemble vocal-instrumental Xinum. Y fundó, dirigió y editó la revista de poesía El jabalí.

“Sólo a partir del afecto puedo interesarme en un tema y sentarme a realizar un poema”, explicaba. “Pero a partir de la idea primigenia, trabajo y mucho, a tal punto de que ninguno de mis poemas tiene menos de sesenta versiones. Y ello es porque, como creyente, poseo un respeto reverencial por la palabra. Es gracias a ella que existimos, es ella quien nos otorga la vida. Porque un nuevo poema es un nuevo ser en el mundo, no un simple objeto decorativo. En este sentido soy tajante: la poesía no sirve, la poesía es. El compromiso del vate debe ser primero y ante todo con la vida, por lo cual no puede ‘mentir’ un poema. El oficio es para perfeccionarnos, no para crear flores artificiales, pues cuando fraguamos palabras, nada es superfluo.”

  

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miércoles, 30 de abril de 2008

LA OTRA CULTURA




por Miguel Grinberg

'La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tienen el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.'ALDO PELLEGRINI

No es fácil ser joven. Nunca es fácil. Sea donde sea. Especialmente cuando uno se pregunta para qué sirve, para qué va a vivir, en qué va a invertir su existencia. Tarde o temprano la pregunta se implanta en la respiración. Y desde ese,momento es una compañía incómoda, una especie de espina invisible imposible de extirpar.La otra noche sentí algo raro en el estadio Obras, el día del recital que unió a Charly y a Luis Alberto. Cuando al final se juntaron Serú Giran y Jade, cuando Cristálida comenzó a deslizarse en mis oídos, no pude evitar que reaparecieran en mi memoria imágenes del verano de 1973 en Buenos Aires. La cosa se repitió cuando el bis trajo otro tema de la época de Pescado Rabioso.Verano de 1973.

Desde mi programa radial El Son Progresivo habíamos comenzado a organizar reuniones de gente joven en el Parque Centenario. Varios músicos trabajaron bastante en ese proyecto: Luis Alberto, Rodolfo García, Emilio del Guercio. Cada domingo se reunían cerca de 400 jóvenes y se habían armado grupos de afinidad por temas: poesía, teatro, música, psicología, pintura, comunidades. Había exaltación, fraternidad, expectativa. A medida que el frío del otoño se hizo notar, terminamos todos haciendo un fondo común y alquilamos un caserón en Constitución, que se conoció como 'La Casa del Parque'.Los mambos entonces fueron muchos, la confusión se hizo intolerable. Yo no quería ser líder de eso, de nada. Y en agosto anuncié mi retirada. Otros se habían retirado antes. A las tres semanas la cosa se hundió en la nada. ¿Fracasamos? En cierto modo, sí. Porque los planes que habíamos hecho no prosperaron, no fueron más allá de un par de estaciones del calendario. Pero en otro plano, el que nadie organiza, la experiencia del parque le cambió la vida a un montón de jóvenes. Que pese a lo temprano de la experiencia, en un medio tan rígido como el nuestro, intuyeron que era mejor confluir que competir, y eligieron tal cosa para el resto de su vida.

Cuando terminaba aquel verano, al atardecer, di varias vueltas a la plazoleta de reuniones con Luis Alberto. Me contó un secreto: la experiencia Pescado Rabioso se acababa. Cuando oscureció todos hicimos la enorme ronda habitual de despedida. Manos juntas, centenares de manos. Un círculo que abarcaba un enorme pedazo de terreno, y un concreto murmullo de felicidad. Pero igual se incubaban algunos desencuentros.Y Cristálida decía: 'Sombras inútiles en el parque. Los que llamaba no aparecieron. Todo gigante termina exhausto, de que lo observen desde afuera'. Al final del tema, en Obras, Luis corrigió el último verso y dijo duramente 'de que lo devoren desde abajo'.No, el parque no fue inútil.

Hubo después otros parques parciales, efímeros, por mil motivos. No sólo internos sino también externos: la hostilidad ambiente que provoca el mero hecho de que algunos jóvenes se reúnan pare charlar o para intercambiar discos.

En Obras, un rato antes de empezar el concierto, se me acercó a escritor Pancho Muñoz. Una vez me había interrogado acerca de las publicaciones 'subterráneas' y la cultura argentina 'alternativa'. Es algo que hemos debatido también en un programa (Agenda Invisible) que hacemos martes y viernes a las 18.30 por Radio Municipal con varios intelectuales nada complacientes. Y Pancho me dijo: 'Me equivoqué, esto no es underground, esto es otro cultura'.¡Allí está la cuestión!

Durante mucho tiempo nos conformamos con pequeñas porciones de la realidad cultural. Rechazábamos vehementemente todo lo que nos ofrecían y que sentíamos agónico. Pero lo que emprendíamos se confinaba en marcos pequeños, en rumbos breves, en zonas limitadas. Quizás fue necesario, tal vez hayamos necesitado ese largo período de incubación. Fue cierto, como cantó La Pesada del Rock, que cada día éramos más. Que 15.000 jóvenes llenaran el Velódromo Municipal en 1971 para el Festival B.A. Rock, era excitante, placentero.

Pero cuando terminaba la música, cada uno volvía a su isla, a su pequeña casucha de sobreviviente del naufragio, para escuchar algunos discos o leer alguna revista.Cuando empezaron a multiplicarse por correo los boletines de poesía, también brotó el sentimiento de que se estaba ante un acontecimiento. Lo ha sido, en cierta medida. Pero tampoco constituyó la respuesta global a todos nuestro interrogantes. ¿Cuáles son éstos? Ya lo dije al principio: cómo vivir y para qué.

Sobre 1977, el ímpetu del movimiento roquero comenzó a desinflarse. Los músicos, que no son Superman, descubrieron que hasta la canción más hermosa no era suficiente para crear mundos nuevos. Los poetas de los boletines, que no son visionarios, descubrieron que despachaban centenares de copias y raramente alguien les escribía una carta de verdad. Los recitales empezaron a escasear, igual que la plata. Los últimos tres años han sido verdaderamente opacos.¿Es una queja? Para nada. ¿Dónde estaba escrito que siempre íbamos a tener pura fiesta y ningún bajón?

Pero el amor de primavera siguió dando vueltas, en el más crudo invierno de las almas.Me sentí muy cerca de Luis Alberto la otra noche. Pese a que desde que salió mi libro Cómo vino la mano (por el cual Pipo y Jorge le hicieron una especie de 'Juicio sumario' privado un día en el Expreso Imaginario) algo se enfrió en el canal de nuestras comunicaciones. Más allá de que con eso ganen dinero, tanto el reencuentro de Almendra como la reunión de Luis y Charly me impresionan como esfuerzos titánicos para recuperar no solamente el antiguo fervor, sino para ejemplificar la necesidad de que empecemos a juntarnos más acá de la música, fuera de las pavadas y las chiquilinadas divergentes.Somos otra cultura, que no es contra ni anti.

Que a la larga, cuando vaya a parar al panteón la colección de estereotipos culturales que ya no nos nutren, va a constituir una faceta más de la cultura.Por más descangayada, inmadura y balbuceante que parezca, esta otra cultura no es necesariamente 'nueva'. Tampoco interesa tal etiqueta. Pero no empieza ni termina con el rock. Empieza y termina con la poesía.La poesía, como bien afirmaba Aldo Pellegrini, es lo que le cierra la puerta a los imbéciles. Por eso, recuerdo, cuando en 1964 comenzamos a unirnos los poetas latinoamericanos para construir una solidaridad expansiva, Thomas Merton dijo: 'Nos estamos uniendo para defender nuestra inocencia'.

Nuestra inocencia. No somos perfectos, y seguramente no lo seremos. Pero estamos vivos, y en el mundo. Entonces, a partir de la música y el poema tenemos que empezar a dialogar y a inventar rumbos para nuestra energía. No hablo de hacer un partido político, ni de ir a hacer manifestaciones. Hablo de crecer y crear.Uno de los planos en el que se puede llevar esto a la práctica, es el de la autoeducación.

El desafío consiste en que nadie va a hacerlo por uno, y que debe surgir de la suma de estos unos, que —créase o no— 'buscan llenos de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a su ansias'. No es el tango el que se murió, son los tangueros. No es el folklore el que se adormeció, sino gran parte de los folkloristas. No es el rock el que se pudrió, sino un montón de roqueros con vocación de parásitos. No hay más lugar para la queja. El que lamenta, pierde.Vi en privado la segunda parte de La Guerra de las Galaxias. Allí, el maestro Yoda (el que le da la Fuerza a los Caballeros Jedi) dice acertadamente que nuestro mayor enemigo está adentro, en la forma del temor, la ira y la agresión. Tenemos que pacificarnos por dentro: sólo así podremos contribuir a la creación de un mundo pacífico.Y en otra coyuntura, Yoda le dice al discípulo que acaba de contestarle 'Voy a tratar' después de recibir una indicación: 'Tratar no: se hace o no se hace'. La autoeducación se hace o no se hace. No se compra en el supermercado ni nadie la entrega por correo.

Nadie va a tocarte el timbre para regalarte el Nuevo Mundo posible. Vas a tener que trabajar mucho para eso. Y con otros, aunque ya te hayas acostumbrado a hacer el papel de llanero solitario en la película de tu historia particular.¿Qué es esto de la autoeducación? Nada más que sacarse de encima todo lo que no sirve para nada: ideas rengas, slogans marchitos, rencores apolillados, datos descoloridos, sueños oxidados, miedos improductivos, en fin, cosas por el estilo. Y como bien dijo George Bateson, que 'sin contexto, las ideas y las palabras carecen de significado', hay que empezar a reunirse para imaginar el mundo en que se desearía vivir. Y una vez que se tenga alguna claridad al respecto... aquí viene lo mejor... crear ese mundo.¿Cómo se hace? Pues por contagio. Si la familia de uno vive hipnotizada por la tevé, es porque nadie les propuso nunca algo mejor. Debe empezarse con la familia, después se sigue con los vecinos, más adelante con el barrio. Tarde o temprano, habrá que empezar en cada barrio, una biblioteca de la otra cultura, un cine-club, un teatro experimental, conferencias, audiovisuales, mesas redondas.

Hagamos de cuenta que vinimos con Solís y tenemos que establecer donde estemos una colonia. Seamos pioneros, sembradores, gestadores, detonadores, inventores, 'locos derviches con secreto amor terapéutico que no puede comprarse ni venderse'... Nuestra militancia debe ser poética. Vivir y actuar poéticamente es —no entiendo para qué compraste esta revista si estás en desacuerdo— lo mejor que nos puede pasar. Hasta cuando estamos apretados como ganado en el subte. Empecemos a sonreír todo el tiempo, cantemos en voz alta caminando por la calle, hagamos de la otra cultura una epidemia benefactora. Claro que por eso no van a parar de golpe las barbaridades de este mundo. Pero por un lado hay que empezar, y alguien tiene que hacerlo. Vos elegís: ¿sos uno más, o sos uno menos?

Revista HURRA10/1980

jueves, 13 de marzo de 2008

POETA AL HABLA por Carlos Barbarito




Raquel Jodorowsky Chile, 1927 Nació en Iquique y aprendió a escribir antes de aprender a escribir y a leer. Ha publicado, entre otros, los poemarios: Dimensión de los días (1950), Aposento y Época (1952), El sentido inverso (1962), Mi casa abrakadabra (1970), 3 millones de años luz o el diario de una costurera (1972), Revelaciones de Alcindor (1983), Chan-Chan, maga lunar & Nazca nacer (1992), y el libro de cuentos Cuentos para cerebros detenidos (1974). Ha vivido gran parte de su vida en el Perú.

ENCUENTRO CON RAQUEL JODOROWSKY(*)

Lima, 11 de setiembre de 1981. Una mujer venida del fondo de la tierra, nacida geminiana adentro de una mina de cobre en el norte de Chile, hija de colonos: de una padre tañedor de balalaika, apaleado en Rusia, minero en Chile, profeta en Israel y de una madre analfabeta, constructora de arados y sembradora de maíz en Argentina, se acerca a mí para dejarme su testimonio. Se llama Raquel Jodorowsky, de oficio poeta, pintora, conversadora con lagartos, arañas y perros bravos. Aprendió a escribir antes de saber escribir. Descubrió los árboles a los once años y al ver al primero lo saludó creyéndolo un señor. Tiene trece libros escritos, un hijo y un gato. Cree firmemente en el hombre y en el arte. Este es el resultado de ese encuentro. Que, según sus propias palabras, es su pensamiento dirigido al corazón de los jóvenes poetas de Argentina, guardianes de la llama de la poesía.

CB: - ¿Qué es la poesía? ¿Cuál es, a tu juicio, la función que deben cumplir la poesía y el poeta en la sociedad actual?

RJ: -Creo que la poesía es lo único que acerca al hombre a su lugar de origen. Considerando que el hombre mismo es un ser prestado en este mundo. Un extranjero que duerme prisionero en las murallas de un gran sueño. La poesía es lo que nos revela algo que hemos traído del Más Allá. Respondiendo la segunda secuencia de esta primera pregunta, acerca de la función que debe la poesía y el poeta cumplir en la sociedad actual, me parece que el poeta y su creación no tienen que cumplir ninguna cosa. Ya el poeta al dar su palabra verdadera está situado cincuenta o cien años adelante. Sus ojos y su mente son visionarias y proféticas. Está por consiguiente, una generación entera más allá de su sitial material en la sociedad que vivencia. Su mensaje está, por lo tanto, dado. Corresponde a la juventud seguir al poeta. Corresponde a la sociedad acercarse a la poesía en actitud de silencio. Y estudiar su contenido. Por esto el poeta es más importante que el político cuya palabra es circunstancial e inmersa en sus problemas terrestres sin relación alguna con el destino cósmico del hombre. La palabra del poeta es la que marca el destino y la historia del alma de la humanidad. Y mientras se tergiversen estos valores, el espíritu de una generación está en conflicto.

CB:- ¿Cómo ves el panorama actual de la poesía latinoamericana?

RJ:- Antes, como ahora, en Latinoamérica o Hispanoamérica, los poetas han brotado como flores de la tierra. En cada país, en cada ciudad, en cada casa, el hombre americano escribe muchas veces sin llegar a pisar las universidades. Heredero de grandes abuelos orfebres, pintores, arquitectos, que dejaron libros de piedras, culturas ancestrales, prosigue creando con belleza. No hay un sitio en el mundo donde tanta gente escriba poesía como en nuestra América. Lo que pasa es que no nos conocemos todos los que somos. Hay los inconvenientes poderosos de la incomunicación cultural entre país y país, el desinterés de las casas editoriales hacia el libro de poemas, el silencio organizado sobre la obra de ciertos escritores combativos y combatidos, etc., etc. El poeta tiene que nadar solo y contra la corriente. A no ser que sea elevado en plataformas políticas de izquierda o derecha. Para resumir, el panorama actual de la poesía en Latinoamérica es rico, importante, en actividad creativa literaria constante. A pesar de las circunstancias desfavorables.

CB:- ¿La poesía debe ser un arte para ciertos y reducidos grupos –léase élites - o, por el contrario, un arte para todos sin excepción?

RJ: - El creador no puede elegir su público. Se escribe simplemente para toda la humanidad. Si hasta la fuente de la poesía tiene acceso una élite, no puede culparse al poeta de esta limitación. Quiere decir que la gran masa está carente en muchos sentidos de educación. La educación es lo que despierta en el hombre la sensibilidad. Y es a través de este vehículo que se aprecian las grandes manifestaciones del arte, son estos problemas de cada gobierno. Repito, no del creador. Existe, claro, lo que a menudo leo en periódicos de izquierda, la tendencia a hacer poesía para el pueblo. Y aquí hay un peligro. Tendríamos que delimitar, los creadores, las capacidades de los diferentes pueblos del mundo. No sería lo mismo escribir para un pueblo culto de cualquier país, de la mayoría de los países europeos, que para un pueblo o pueblos de Mesoamérica y del Cono Sur, donde el analfabetismo de los ciudadanos es pavoroso. ¿Se puede exigir al autor descender en el nivel de su lenguaje creacional para satisfacer necesidades primarias en la educación? Creo que aquí hay dos problemas que a menudo aparecen mezclados y confundidos. Tengamos esperanzas que con el tiempo nuestros pueblos latinoamericanos puedan llegar al nivel cultural de un pueblo como el inglés, para citar generalidades, donde los niños menores en los colegios aprenden de memoria los poemas de Shakespeare.

CB: - ¿La poesía debe estar sometida a dogmas? ¿Qué opinión te merece la poesía panfletaria?

RJ: - La poesía traza caminos de libertad y se sitúa en el lado de la vida que no tiene definición. No pertenece a servidumbre alguna. La poesía no resiste un dogma pues no está basada en el creer sino en el conocer. Al revés de una religión, no tiene la poesía una verdad institucionalizada que deba respetarse a través de equis tiempo. Miremos el transcurrir de la literatura. En cada época uno o varios poetas aparecen y dicen esto o aquello. Tan distintos, a veces contradictorios, sin embargo la belleza que es la Verdad de un poema, es capaz de atravesar épocas y siglos y su emoción sigue vigente. En cuanto a la poesía panfletaria estimo sinceramente que en esa acción hay un error. Comprendemos que el hombre vive actualmente desesperado en su realidad circundante plagada de miserias, injusticias, atentados, hambre. Y echa mano de las vías de comunicación que les son posibles para llamar a la conciencia de los demás. La literatura es usada tanto como otros medios. Pero hay que darse cuenta que nadie es sordomudo, que nadie es ciego ante la crisis social de nuestros pueblos. Ni el poeta escapa a esta realidad inmediata. Pienso que la fotografía es el medio más directo para llamar la atención de estos problemas, la fotografía unida a numerosos conductos de información, prensa, revista, televisión, etc. En la poesía panfletaria, queda el panfleto. La poesía escapa.

CB:- ¿Y la censura?

RJ:- Aprendí que la Edad Media, con sus torturas, cárceles, persecuciones, quemas de libros, extradiciones de ciudadanos, crímenes políticos, etc., había terminado ya varios siglos atrás. Me doy cuenta que mi siglo XX aún continúa vigente. Los historiadores se han equivocado. La censura existe desde los albores de la humanidad. Es un mal inherente al desarrollo del pensamiento. Creo que solamente la Astucia puede quebrar sus barrotes. Pero con censura y todo, el espíritu del hombre jamás ha sido abatido.

CB:- ¿Crees en el surgimiento poético con raíces y caracteres netamente latinoamericanos, algo así como un nuevo Modernismo? ¿Hay indicios de ello en el continente?

RJ:- Creo que el movimiento poético latinoamericano jamás ha dejado de existir. Como nunca ha muerto, nace siempre. Existe la poesía con el poder telúrico y luminoso de nuestra América. Tenemos viejos poetas como las montañas y los ríos que aparecen después de los terremotos. Y cada uno de ellos inaugura su propio lenguaje. Tal vez por esta razón los agrupamientos literarios no sean muy numerosos en nuestros medios intelectuales. Puede ser una gran virtud.

CB:-¿Son útiles los congresos y encuentros de poesía? Por ejemplo, ¿qué importancia tuvo el encuentro de México de 1964?

RJ:-La importancia de los congresos a nivel social es enorme. El encuentro de poetas de otras naciones, la amistad que nace, el abrazo cálido de dos mentes que piensan en un mismo nivel, es mejor que cualquier aburrido discurso. En los congresos, las ponencias y proyectos no los oye nadie. Son espesos. Alrededor de una buena comida es donde he escuchado mejor los pensamientos de un escritor. Deberían organizarse congresos internacionales por lo menos dos o tres veces al año. El mejor ejemplo que puedo darte del congreso de México del 64, es revelarte que allí conocí a Miguel Grinberg, quien trató de decir algo y le arrebataron el micrófono, acción que defendimos todos los presentes. De aquí ha surgido una hermosa amistad, donde los años no cuentan. Visité Buenos Aires en 1974 y fue Miguel quien me ayudó y dirigió en las editoriales donde al fin se publicó mi libro Cuentos para cerebros detenidos. Asimismo me escribo siempre con otros poetas conocidos en estos eventos y puedo decirte que es como tener una gran familia repartida. Tendríamos que juntarnos a menudo.

CB:-¿Cuáles son los obstáculos que, en nuestro continente, se oponen a la acción del poeta y a la difusión de sus obras? ¿Qué opinión te merece la autocensura, mecanismo defensivo del poeta frente a la censura?

RJ:-Aquí me haces dos o tres preguntas en una sola. Bien, como siempre el problema está en las editoriales, en la casas impresoras. Aquí prima un concepto comercial del destino de la literatura. Y como la poesía tiene una venta más lenta que la novela, sencillamente no se ocupan de publicarla. Por otro lado vemos que el público lector está cada vez más interesado en la obra poética ya sea propia o internacional. Por esto creo que las páginas que con labor heroica publican los poetas, esos pequeños folletos que se envían por correo, cumplen una labor de difusión altamente meritoria. Son pequeñas revistas que alcanzan pocos números. Yo las conservo en mi biblioteca, las consulto siempre. Ellas me han hecho conocer a numerosos poetas. Son mejores que un libro. En nuestra América los poetas no sólo escriben, ponen la poesía en acción. Y esas pequeñas revistas de poesía son oro en mis manos. En cuanto a la autocensura, que me preguntas, pienso que cada creador es dueño y señor de su obra. Puede esconderla, modificarla, publicarla, no quererla, etc. Leérsela al gato o difundirla por televisión.

CB:-¿El poeta debe estar integrado a la sociedad en que vive o ser un marginal, alguien de extramuros?

RJ:-Es en la realidad donde se encuentra la raíz de las más enormes imaginaciones. Hasta los elementos del sueño son extraídos en su totalidad de la realidad. Aquí vive el verdadero poeta. Su palabra nace de la vida misma. Y está por lo tanto dirigida a los hombres, a la sociedad. Y el poder de la palabra es lo más grande que hay. En varias sociedades muchos poetas del presente y del pasado han sido considerados peligrosos. Si hay poetas marginados, en los extramuros, es porque allí han sido recluidos y limitados por la sociedad para que no ofrezcan disturbios a sus intereses. Hay poetas que se marginan a sí mismos, se envuelven en su desprecio, no participan de ninguna prepotencia que tuerza el alma, que violente la libertad. El poeta debe estar integrado en una sociedad que merezca la poesía.

CB:-¿Qué respuesta darías a los que predican la muerte de la poesía?

RJ:-Los que predican la muerte de la poesía son falsos profetas. Son pobres de espíritu que nunca se han dado cuenta real que la poesía existe. Mi respuesta sería que aprendan lo más rápido posible a leer mis poemas.

CB:-Finalmente, ¿crees que algún poeta puede todavía hablar de torres de marfil o de arte puro, inmaculado, de academia o laboratorio?

RJ:-No se puede escribir una obra en mitad de la calle. Es necesario el aislamiento del exterior, es imprescindible el gran silencio para que el creador escuche sus voces interiores y plasme hacia afuera la obra de arte ya sea sobre el papel, sobre la tela, sobre el hierro. De todas maneras, un poeta es un viajero solitario aunque no se aísle. Pienso en las palabras del gran Dostoievsky cuando decía hay que hacer todo por la humanidad, pero permanecer lejos de ella… En cuanto al arte puro, el arte de academias y talleres, todo cuanto he leído al respecto me parece una etiqueta sobre un producto elaborado. Si la vida es cambio perpetuo, incesante movimiento, ¿cómo puede hablarse de arte estático? Para mí el arte es sacado de la vida misma, que nadie sabe lo que es, la propia realidad es tan misteriosa. Así es el verdadero movimiento del alma. Los que hablan de arte puro son filósofos que tienen la lengua suelta, no son poetas. El poeta escribe con una palabra que viene desde el fondo de la sangre, no del intelecto, y llega a este mundo para salvar lo hermoso de otro hombre.

(*) Entrevista publicada originalmente en Pan Caliente, Buenos Aires, octubre de 1981.
© Carlos Barbarito